Después de muchos años dando clase, en las primeras sesiones cuando los alumnos ya se sienten capaces de hacer pequeñas escenas, les planteo que hagan un mundo perfecto. Ellos pueden ser quienes quieran y pueden estar donde quieran. No son raras las situaciones en playas paradisíacas o grandes mansiones. Lo divertido del ejercicio es que todo el que entra tiene que plantear su mundo de color de rosa e intentar ser feliz… En el teatro improvisado, al estar jugando con la imaginación, realmente tienes de todo (el dinero, los objetos, la ropa…) también puedes estar donde quieras e incluso viajar dando una palmada… y por descontado que puedes ser quien quieras ( un rey, un jugador de fútbol, un dictador…) Pero nada, mis improvisadores nunca son felices, siempre terminan discutiendo por alguna tontería o terminan en una gran guerra con grandes ejércitos enfrentándose. En alguna ocasión se alcanza un extraño equilibrio, separan el espacio en 2 y cada uno vive su impro en su lugar, pero al poco se aburren…
Será que… ¿Quién seas o lo que tengas no es la clave para ser feliz?