Miedo a la hoja en blanco

Ya estoy sentado, ya he comido, ido al baño, ya no hay excusas… ya estoy sentado y el bombillamomento de desarrollar esa idea, que tengo en la cabeza, llega…

Pero en ese instante que preparo los dedos para teclear, en ese microsegundo que acerco el bolígrafo, en ese pestañear que el lápiz sobrevuela la hoja…

Todo se va… se pierde , se borra. Hoja en blanco.

Tras quitarnos las excusas que nos impiden ponernos con la idea, llega la segunda fase. Los juicios (miedos) y estos provocan el bloqueo, hacen que nuestra idea afloje su peso…¿Dónde estás?

La primera regla de la improvisación (por catalogarla de alguna manera) pide la total aceptación y promueve la construcción desde ese lugar. Sí y…

Al principio a los alumnos de impro les damos lugares, personajes, situaciones para que no tengan que preocuparse por la «idea 0» sino que partan desde ella, sólo se trata de construir. Aceptando ciegamente, las primeras escenas de los alumnos son una increíble fuente de ideas, que se repiten una tras otra sin filtro, sin juicio. La consigna «todo vale» elimina los juicios y todos se atreven con todo. Gente que nunca hizo teatro se encuentra cómoda proponiendo todo tipo de cosas que pueden ocurrir en un hotel, un ascensor, una tienda… la imaginación manda, lo creativo se impone a lo analítico. Todos construyen sobre la «idea 0» Me fascinan siempre esas primeras escenas en los grupos de iniciación, hasta 8 personas pueden llegar a salir para compartir lo primero que les viene a la cabeza con los que están jugando con ellos, todos hablando, todos creando, dibujando la situación. Pasamos de la nada al todo. En las siguientes sesiones trabajaremos para que todo termine teniendo sentido pero ahora hay que disfrutar de esto…. Por cierto, volvamos a nuestra hoja en blanco.

¿Cuál fue la «idea 0» que me llevó a sentarme? Acepta, la hoja en blanco ya es la primera propuesta…

Emprender e improvisar

Desde hace algún tiempo me fijo en los blog de emprendedores. Gente que cuenta como empezó sus negocios o anima a otros a liderar sus vidas y sacar adelante sus propios proyectos. Este blog es victima de alguno de esos comentarios de estos intrépidos consejeros.si  Me siento muy identificado ya que el proyecto de «Impro Impar» ha recorrido gran parte de los caminos marcados por estos gurús del «como sacar las cosas a flote» 

-Una idea
-prepararte (formarte) para realizarla
-Marcar objetivos cercanos
-Mirar hacia donde quieres llegar. 

Otro día hablaré de Impro Impar y del camino que está recorriendo. Pero hoy quiero hablar de una (hay más) de las similitudes de improvisar y emprender.
Cuando hablo de los cursos de impro a la gente, muchas veces veo su cara de emoción ante la idea de improvisar y les invito a que se pasen un día por las clases. En un 99% de los casos me responden con -«Yo no valgo para esto», – «No tengo tanta creatividad»,-«No sé» ,-«Odio el teatro»

Salvo el caso de los que odian el teatro (pocos) el resto se pone una losa encima enorme que ni siquiera les permite plantearse lo que les acabo de proponer (una clase gratis y sin compromiso) esa losa es el «NO»

Dar los primeros pasos en todo es siempre complicado, difícil y claro nos encantan nuestros miedos. Disfrutamos poniéndolos delante nuestra para contar lo grandes que son, como bailan y lo poco que nos dejan avanzar.
Precisamente el primer día de clase explico a mis alumnos que la clave para empezar a improvisar, para empezar a jugar, es aceptar todo con un gran «»

Es muy interesante ver como la vergüenza  y miedos se desvanecen tras la fuerza del «Sí» en ese primer contacto con la impro y  si luego eres capaz de aplicar esto a tu vida podrás ver como las excusas para «no hacer» también empiezan a encoger y quitarse de tu camino. Incluso puede que te conviertas en emprendedor, te lances con ese proyecto, te dediques a algo que te gusta y tengas un blog para contarlo. 

En nuestro espectáculo nos gusta preguntar a nuestro público.
«¿Puede ser más difícil?» y todos gritamos emocionados.
«Sí, puede ser»…pues bienvenido sea. Atrévete con todo!

Vive desde el «Sí»